domingo, 7 de marzo de 2010

Capítulo 4. Un viaje al pasado.


¿Miércoles? Sí, miércoles dije mientras contaba en el calendario los días que quedaban para el fin de semana. Bajé el último peldaño de aquella vieja escalera. Con desidia me preparé el desayuno, un tazón de leche con cereales; o eso o fruta. Subí como de costumbre al cuarto. Unos vaqueros, una camisa básica y unas playeras, sin complicaciones. Se hacía tarde, hoy papá no estaba en casa y para colmo empezaba a trabajar en la tienda de antigüedades.
7 horas mas tarde
Ya era la hora de comer, de irse a casa, desconectar y descansar. A lo lejos un Mercedes Benz rojo. Mi padre. Lo saludé con cierta alegría , pues no lo había visto desde hace 7 horas.

-Hola papá.
-Hola Michy, ¿todo bien?
-Si pero tengo un hambre...
-Tenía pensado en ir a comer fuera, ¿te apetece?.-Propuso.

-¡Claro!


Aceleró un poco mas y nos fuimos al restaurante "Il titolare", un restaurante italiano. Entramos al restaurante. Aquello era precioso, situado junto al mar que dejaba cierta humedad en la piel. Un camarero muy educado se acerca:


-Buenas tardes, ¿desean una mesa?

-Si por favor, una para dos.

-Siganme.

Nos sentamos en una mesa muy apartada, tranquila, justo al lado del mar. Charlábamos de nuestras cosas, que si hay que comprar esto que si planteábamos otro viaje...Todo había cambiado en un par de días, de no hablarnos a llevarnos tan bien como una pareja de buenos amigos.

Terminamos de comer, pedimos la cuenta y nos marchamos. Nos metimos en el coche dirección a casa.

Subí a mi habitación, a lo lejos pude ver en el portátil una invitación de amigos al Facebook, era Stef. Acepté la petición sin duda alguna.

Hoy empiezo a trabajar en la tienda, será mejor que me vaya preparando; dentro de nada me tengo que ir. Metí en el GRAN bolso mi cartera, mi DNI, las llaves de casa, las del coche de mi padre, el móvil, mi miniportátil y mi bálsamo labial de coco, imprescindible para esta estación. Ya era la hora de partir, salí pitando de casa, puse en marcha en coche y me fui.

Llegué a la calle River, donde en la esquina se encontraba la tienda. Parecía muy tranquila . Entré con cierta curiosidad, detrás del mostrador una mujer que aparentaba unos 45 años, tenía la cara muy cuidada y se le veía feliz.

-Hola cielo, ¿querías algo?-

-Buenas tardes, vengo por el trabajo. Soy Michelle, no se si se acuerda de mi.

-Ah si, hoy empiezas, ¿estás preparada?

-Claro.

-Vale, te explicaré como consiste este trabajo.

Estuvo media hora diciendome todo acerca del trabajo, aquella mujer parecía simpática, amable y tranquila.

-Por cierto, me llamo Marie.

-Encantada-Contesté con una sonrisa.

Dejé mi bolso en una silla vieja y comencé a desembalar cajas que contenían cosas viejas de gran valor.

Oí sonar la campanita de la puerta, era un chico de mi edad, era Stef; venía con pequeñas cajas.

-¿Michelle? ¿Qué haces aquí?-Dijo sorprendido.

-Mm...Hoy empecé a trabajar aquí.-Agaché la cabeza.

-Pues vengo a descargar la mercancía aquí, Marie es mi madre y trabajo en esta tienda también, qué casualidad.


-Si...


-¿Todo bien Michelle?


-Claro.


Seguí con el trabajo, me faltaban dos cajas por desembalar. Stef estaba sentado en una silla observando como trabajaba. Me sentía incómoda.


Avisé a Marie de que ya había terminado, ella me sonrió y dijo que se iba a la pastelería un momento. Nos quedamos los dos solos, yo saqué mi portátil e hice como si nada.


-Te he mandado una invitación al Facebook-Sonrió pícaramente.


Le devolví la sonrisa.


-Ya la vi, te he aceptado.

No me respondió.

Seguí a mi aire.

Tras varios incómodos minutos Marie volvió con tres cafés y una caja que desprendía un rico olor.

-Traigo cafés y pasteles, que con este frió un café bien calentito es la mejor solución


Un buen comienzo pensé.

-Michelle, veo que has terminado, ¡Stef, acompáñala a casa!

No podía decir que no, pero preferiría volver caminando a mi casa.

Un Porsche morado.


Durante todo el trayecto no mediamos palabra, él solo me miraba a traves del espejo, yo las intentaba esquivar. No había manera.


-Bueno, aquí es.-Me miró.

-Si, muchas gracias-Salí del coche.

Abrí la puerta de mi casa lo mas rápido que pude. Se alejó con el coche.

Uff, que día mas RARO. Son las diez en punto, estoy muerta. Me voy a la cama.